Las Trece Colonias es el nombre que se ha dado históricamente a las posesiones coloniales de Gran Bretaña en la costa atlántica de América del Norte comprendida entre Nueva Escocia y Florida, y que a fines del siglo XVIII se unificaron bajo un gobierno independiente para crear los actuales Estados Unidos.
Gran Bretaña había establecido colonias en América del Norte desde 1607, cuando se fundó la primera población permanente de colonos británicos en Jamestown, Virginia. A lo largo del siglo XVII aumentó la población de este asentamiento y se fundaron muchas otras colonias de origen británico, usualmente dotadas de una gran autonomía en sus asuntos internos, pero sujetas al dominio de Gran Bretaña.
Un rasgo importante de estas colonias era que su población de origen europeo era bastante heterogénea, pues a los iniciales inmigrantes ingleses se unieron después escoceses, irlandeses, alemanes, flamencos y hugonotes franceses. A mediados del siglo XVII Suecia y los Países Bajos también habían fundado pequeñas colonias en la costa norteamericana, pero cuando Inglaterra conquistó tales asentamientos su población también fue absorbida por las Trece Colonias, aumentando la diversidad en la población. La religión era también otro factor de gran diferenciación, pues en estas colonias se asentaron diversas denominaciones religiosas de Inglaterra que eran perseguidas o discriminadas en su tierra natal, como los cuáqueros o católicos, con el fin de continuar sus creencias lejos del control de la Corona británica. En el siglo XVIII estos asentamientos se habían extendido a lo largo de la costa hasta las cercanías de los Montes Apalaches.
En los años 1770 ya habían surgido varios centros urbanos pequeños pero en proceso de expansión, y cada uno de ellos contaba con periódicos, tiendas, comerciantes y artesanos. Filadelfia, con 28.000 habitantes, era la ciudad más grande, seguida por Nueva York, Boston, y Charleston. A diferencia de la mayor parte de las demás naciones, Estados Unidos jamás tuvo una aristocracia feudal de tipo europeo. En la era colonial la tierra era abundante y la mano de obra escasa, y todo hombre libre tenía la oportunidad de alcanzar, si no la prosperidad, al menos la independencia económica.
Todas las colonias compartían la tradición del gobierno representativo. El monarca inglés nombraba a muchos de los gobernadores coloniales, pero todos ellos debían gobernar conjuntamente con una asamblea elegida. El voto estaba restringido a los terratenientes varones blancos, pero la mayoría de los hombres blancos tenían propiedades suficientes para votar. Además Inglaterra no podía ejercer un control directo sobre sus colonias estadounidenses. Londres estaba demasiado lejos, y los colonos tenían un espíritu muy independiente, además que los mismos estatutos de fundación de cada colonia la Corona inglesa reconocía la autonomía interna de los colonos. Finalmente, la ausencia de grandes riquezas minerales en las colonias (minas de oro y plata) desalentaba una intervención directa de Gran Bretaña en el gobierno las Trece Colonias.
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